Retalhos Como Francisco e Clara de Assis, a Fraternidade a todos saúda em Paz e Bem!Retalhos

1 de agosto de 2016

Centenário do Perdão de Assis

Carta dos Ministros Gerais pelo VIII Centenário do Perdão de Assis

A INDULGENCIA DA PORCIÚNCULA E O JUBILEU DA MISERICÓRDIA



En 2016 coinciden dos fechas: el aniversario de la indulgencia de la Porciúncula, querida por san Francisco para “mandar al paraíso a todos”, y el jubileo de la misericordia, querido por un Papa que de Francisco lleva el nombre. Dejando a los historiadores la profundización de su debate sobre la indulgencia de la Porciúncula, queremos aprovechar la ocasión de esta coincidencia de fechas que nos invita a profundizar el gran tema de la misericordia y del perdón en relación con nuestra tradición espiritual franciscana.
Misericordia es una palabra cara a san Francisco, que la usa a menudo en sus Escritos y que la utiliza igualmente en dos direcciones que remiten al actuar de Dios misericordioso y a nuestro actuar hacia los hermanos con misericordia. Esto nos recuerda la frase evangélica que ha propuesto el Papa como “lema” de este año jubilar: “Sed misericordiosos como es misericordioso vuestro Padre” (Lc 6,36). La misericordia que podemos tener en nuestras relaciones con los demás está estrechamente ligada con la misericordia que tiene Dios para con nosotros: el amor de Dios es la fuente inagotable de la cual podemos sacar la misericordia que hemos de usar para con nuestro prójimo. Todos sabemos que logramos amar en la medida en que descubramos que somos amados por Aquel que es la fuente de todo bien.
Lo que generalmente decimos del amor es igualmente verdadero para aquella forma especial de misericordia que es el perdón. La parábola que narra Jesús para responder a la pregunta de Pedro “¿Cuántas veces debo perdonar?”, condena el comportamiento del siervo que no condona la pequeña deuda a su compañero, después de que el patrón le ha perdonado a él una deuda grandísima. También en este caso la razón para perdonar a los demás es que nosotros mismos hemos sido perdonados por Dios, como decimos en el Padre nuestro, en donde pedimos “perdónanos nuestras deudas (ofensas) como también nosotros perdonamos a nuestros deudores (quienes nos ofenden)”. Aquel “como” más que indicar una igualdad, indica la motivación profunda por la cual hay que perdonar a los demás: a partir de la certeza de que Dios me perdona, nace la exigencia de perdonar “como” él. Es otra manera de decir que debemos ser misericordiosos “como” el Padre celestial.
Si todo esto es cierto, descubrimos que se nos indica un camino para hacernos más capaces de misericordia: crecer en nuestra conciencia de ser nosotros mismos amados por Dios. Se trata de la relación que hay entre el don recibido de Dios y el don ofrecido a los hermanos que es tan característico de la experiencia espiritual franciscana. En la medida en que nosotros, como Francisco, descubrimos que Dios “es el bien, todo bien, y que él es el solo bueno”, se hace fuerte en nosotros la exigencia de corresponder a este bien que recibimos, dando el bien de que somos capaces.
Y ya que para llegar a ser más consciente del amor que Dios me tiene debo detenerme un momento a reflexionar, nos damos cuenta de que una vez más, somos invitados a cultivar el espíritu de oración y devoción, para unir contemplación y acción, si queremos encontrar la verdadera fuente de nuestro compromiso y del amor para con el prójimo, para encontrar la fuerza y la energía para gastar toda nuestra vida al servicio de los hermanos y para generar a nuestro alrededor paz y reconciliación, que son los frutos del amor contemplado.
Con su petición al Papa de una indulgencia extraordinaria para la pequeña iglesita de la porciúncula, Francisco inventó una nueva manera de celebrar la sobreabundancia de perdón y de misericordia por parte de Dios para con nosotros. Podemos retomar y profundizar la bella definición de indulgencia que el Papa Francisco nos ha ofrecido en la Misericordiae vultus, definiéndola como “indulgencia del Padre que a través de la Esposa de Cristo alcanza al pecador perdonado y lo libra de todo resto de las consecuencias del pecado, habilitándolo para actuar con caridad, a crecer en el amor en vez de recaer en el pecado” (MV 22). Cada vez que recibimos esta indulgencia extraordinaria del Padre a través de la Iglesia, también nosotros experimentamos la abundancia de misericordia sobre nosotros para hacernos capaces de misericordia y de reconciliación para con los demás en las situaciones concretas de la vida.
San Francisco nos muestra ejemplos espléndidos de esta capacidad creativa de promover paz y reconciliación. Pensemos simplemente en el episodio del final de su vida, cuando él reconcilia al podestá con el Obispo de Asís haciendo cantar su Cántico del hermano Sol con la adición de la estrofa del perdón.
El antiguo biógrafo, al comienzo de esta narración, nos dice que Francisco dijo a sus compañeros: “Grande vergüenza es para nosotros, siervos de Dios, que el obispo y el podestá se odien tanto el uno al otro, y nadie se ponga en el trabajo de ponerlos en paz y concordia” (Compilatio Assisiensis 84). Francisco no piensa que se trate de una cuestión que no tiene que ver con él y siente vergüenza por el hecho de que nadie se preocupe por devolverles la paz. Me pregunto ¿Cuánta vergüenza sentimos nosotros cuando nadie interviene para sanar los conflictos de nuestro tiempo? ¿Qué tan responsables nos sentimos, como Francisco, de devolver la paz y la reconciliación, ante todo en nuestras mismas fraternidades, cuando hay divisiones, como también en las luchas políticas, religiosas, económicas, sociales de nuestro tiempo?
Semejante compromiso tan activo y militante, nace de la profundidad de la contemplación del amor de Dios para conmigo. Precisamente porque me siento tocado personalmente por la indulgencia del Padre, nace en mí la fuerza, el valor, la espléndida “locura” de intervenir, como puede hacerlo un enamorado de Dios con el canto, no con un solemne discurso y tanto menos con la fuerza. Francisco, con su inteligente simplicidad, no convoca al Obispo y al Podestá para tratar de resolver sus disputas. Francisco bien sabe que este no es su camino: él en cambio los convoca para escuchar un canto, porque solo apuntando la mirada más arriba, hacia la belleza de Dios, sobre las alas de la música, los dos contendientes podrán encontrar las razones más altas para la paz. Nosotros franciscanos, en el mundo de hoy probablemente a menudo no estamos llamados a enfrentar y resolver los complejos problemas del mundo ofreciendo soluciones técnicas o entrando en el campo de difíciles cuestiones, que a menudo nos quedan grandes; pero sí estamos llamados a encontrar los caminos para animar a los hombres a la reconciliación y a la paz tocándoles el corazón con el testimonio de la simplicidad, de la belleza y del canto, de la verdad de relaciones fraternas e inmediatas que llevan a lo esencial, que hacen comprender a los hombres de hoy, como al Podestá y al Obispo de Asís, que vale la pena vivir en la paz, relativizando los problemas concretos y optando por el camino del perdón.
Hablando de indulgencia y misericordia hemos partido de una mirada a la indulgencia del Padre y a su misericordia para con nosotros y hemos llegado a hablar de la intervención en la realidad conflictiva del mundo de hoy. Podría también hacerse el recorrido inverso: comenzando a hablar del perdón y la reconciliación con los hermanos para llegar a hablar de la misericordia de Dios, como hace Francisco en el Testamento. Lo que importa es que no separemos nunca estos dos elementos, porque Jesús en el evangelio enseña que el primer mandamiento habla al mismo tiempo del amor de Dios y del prójimo, que no pueden ser separados.
Que este centenario nos ayude a sentir una saludable vergüenza porque nadie parece preocuparse por poner paz y concordia en la realidad conflictiva en que vivimos y nos haga crecer en la capacidad creativa de encontrar maneras nuevas para cantar un canto comprensible a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo. Sea nuestra vida ese canto que en la medida en que es alabanza viviente a aquel Dios de quien proviene todo amor, se hace provocación eficaz para construir paz y reconciliación.

Roma, 23 de julio de 2016, fiesta de S. Brígida, patrona de Europa


Fr. Michael Anthony Perry, OFM

Ministro General


Fr. Marco Tasca, OFMConv

Ministro General


Fr. Mauro Jöhri, OFMCap

Ministro General


Fr. Nicholas Polichnowski, TOR

Ministro General

Presidente CFF


Tibor Kauser, OFS

Ministro Generale


Sr. Deborah Lockwood, OSF

Ministra Generale

29 de julho de 2016

18º Domingo do Tempo Comum

18º Domingo do Tempo Comum
(31.07.2016)


Introdução à Liturgia:
A liturgia de hoje vem recordar-nos que a nossa fé exige profundidade de vida. Por isso, não nos podemos limitar às coisas temporais que, por mais preciosas que sejam, não realizam a plenitude a que Deus nos chama. Neste tempo de férias e de algum descanso, importa não esquecer nem por de parte o fundamental. Este é, certamente, um grande desafio que não devemos relativizar.  

Introdução às Leituras:
A primeira leitura coloca-nos a pergunta: Qual é o grande sentido da vida? Porque nos preocupamos tanto de coisas que não são importantes para a nossa vida nem fundamentais para a nossa felicidade? Será isto uma tragédia para nós ou, antes, um desafio para procurar o fundamental?
Na segunda leitura, dando continuidade à palavra de Paulo na Carta aos Colossenses, temos a resposta para algumas das questões que o texto da 1ª leitura nos deixa: despojar-se do homem velho para sermos novas criaturas em Cristo.
No Evangelho, partindo do pedido de alguém que pretende fazer de Jesus um juiz entre heranças fraternas, Ele diz-nos que as riquezas não vão acrescentar nada à nossa vida, mesmo que possam contribuir, como hoje se diz, para ‘uma melhor qualidade de vida’. No entanto, importa ter presente que a verdadeira qualidade de vida se faz de dentro para fora e não de fora para dentro; nasce e tem o seu fundamento no coração.

 Padre João Lourenço, OFM

26 de julho de 2016

24 de julho de 2016 - Bodas de Ouro Sacerdotais

BODAS DE OURO DE CINCO SACERDOTES FRANCISCANOS 

No passado Domingo, dia 24 de julho de 2016, celebrámos as Bodas de Ouro Sacerdotais de cinco Sacerdotes Franciscanos, na Eucaristia Dominical, das 11H00, na Igreja do Seminário da Luz.  Entre os sacerdotes que celebraram as bodas de ouro sacerdotais, contava-se o Senhor Padre Domingos Casal Martins, OFM, que foi Assistente Espiritual da Fraternidade Franciscana Secular de S. Francisco à Luz e da OFS. Ao Padre Domingos Casal Martins queremos desejar, no Senhor Jesus Cristo e no seu Espírito,  as maiores felicidades e, muito reconhecidos pelo seu testemunho de Padre Franciscano, a continuação de uma vida plena de santidade ao serviço do Povo de Deus.  

Transcrevemos a notícia e as fotografias publicadas in http://www.ofm.org.pt/noticia/item/355-bodas-de-ouro-de-cinco-sacerdotes-franciscanos.html

BODAS DE OURO DE CINCO SACERDOTES FRANCISCANOS 


Na Comunicação à Província, a nº 3, de 16 de junho de 2016, partilhámos com os irmãos da Família Província a celebração programada  para 24 de julho de 2016, na qual 5 irmãos nossos celebram as suas Bodas de Ouro Sacerdotais. Como previsto e informado, a  celebração ocorreu na igreja da Comunidade da Imaculada Conceição à Luz, no dia e hora previstos. Revestiu-se de grande simbolismo e  solenidade, tornando-se um hino solene que toda a Província Franciscana elevou ao Céu, por Cristo Sacerdote, pelo dom destes irmãos  que servem a Sua Igreja e a Família Franciscana no ministério sacerdotal, em fidelidade, há 50 anos! Por opção dos jubilados a celebração  ocorreu neste dia por ser o mesmo em que, há 50 anos, eles receberam a ordenação Sacerdotal na Igreja Paroquial de Carnide, sendo  ordenante D. António Castro Xavier Monteiro, então Bispo Auxiliar do Patriarcado de Lisboa. Como Deus é Bom!

 Os irmãos jubilados são estes: Frei Domingos do Casal Martins, Frei Henrique Rosa Ribeiro Marcelino, Frei José Maria Moreira Pereira de  Faria, Frei Rafael de Jesus Rodrigues e Frei Henrique de Oliveira Campos. Vindos cada uma das suas comunidades de vida, juntaram-se em celebração partilhada, cantando a alegria do dom de Deus nas suas vidas e a graça da fidelidade.
A celebração foi presidida, a pedido dos jubilados, pelo Ministro Provincial, Frei Armindo de Jesus Ferreira Carvalho e, além dos festejados, concelebraram outros irmãos vindos das comunidades de Lisboa e Faro.

Participaram ainda dois irmãos que com eles foram ordenados (o grupo foi de sete sacerdotes) mas que há anos vivem a sua fé noutra dimensão, como leigos. Um no Brasil (deslocou-se propositadamente) e outro em Leiria. Com eles um bom número dos colegas de curso que ao longo dos estudos deles se separaram e seguiram outros caminhos, mas que os recordam com amizade e fé. A Eucaristia, às 11 horas, foi vivida e solenizada, com a participação alegre de uma grande assembleia de fiéis.
Após a Eucaristia, foi servido, no Centro Cultural Franciscano, um “porto de honra” aos participantes. Constituiu um aperitivo para o almoço que, de imediato, se seguiu no refeitório da Comunidade, em ambiente de fraterna convivência. A pedido de um dos antigos companheiros de estudo, a refeição terminou com o já tradicional cântico franciscano: “Mui alto, Omnipotente e Bom Senhor!”



22 de julho de 2016

17º Domingo do Tempo Comum

"São Francisco em Oração"
El Greco

17º Domingo do Tempo Comum
(24.07.2016)

Introdução à Liturgia:
A liturgia deste domingo tem no centro da sua temática a ‘Oração’. Vendo Jesus a rezar, os discípulos pedem-lhe que os ensine a rezar. Hoje, quando tanta gente deseja aprender coisas novas e todos querem estar capazes de acompanhar os tempos e as situações que vivem, aprender a rezar é também um imperativo da nossa vida e da nossa identidade cristã. Jesus é o grande Mestre da oração: Senhor, ensina-nos a rezar!

Introdução às Leituras:
A primeira leitura apresenta-nos Abraão, o pai dos crentes, a insistir com Deus para que atenda a sua prece e considere a fragilidade humana como digna de compaixão. Insistindo, Abraão diz-nos já aquilo que o Senhor Jesus mais tarde ensinará aos seus discípulos: a quem pede sempre se dará e a quem bate à porta sempre esta será aberta.
Na segunda leitura, Paulo recorda-nos, na Carta aos Colossenses, que fomos sepultados em Cristo pelo baptismo. Por isso, sepultados em Cristo, tal como Ele havemos de ressurgir para uma vida nova, na plenitude da comunhão com o Pai, devendo testemunhar com o nosso agir essa vida nova que d’Ele recebemos.
No Evangelho, Jesus, para além de ensinar os discípulos a rezar, diz-nos como deve ser a nossa oração; ela não pode ser feita a partir de nós, mas sim a partir de Deus. A forma como rezamos marcará a nossa forma de vida e a nossa relação com o Senhor. Por isso, a vida é sempre a expressão da nossa oração.
Padre João Lourenço, OFM

19 de julho de 2016

16º Domingo do Tempo Comum

Louvai o Senhor!
16º Domingo do Tempo Comum
(17/07/2016)

         Introdução à Liturgia:                
Celebrar a Eucaristia é sempre um momento de acolhimento que dispensamos a Deus e aos Irmãos. Por vezes, talvez nem nos apercebamos do que é fundamental na palavra que nos é proposta. Ao concluir, talvez nos sintamos tão vazios como no início. No entanto, cada momento eucarístico é sempre uma opção ‘pela melhor parte’, pois Deus e a Sua Palavra são a melhor parte que dá sentido à nossa caminhada.

            Introdução às Leituras 
A 1ª leitura, do livro dos Génesis, fala-nos da visita que os três personagens fizeram a Abraão e que os Padres da Igreja identificaram como sendo a imagem da Trindade. É uma visita que testemunha a gratuidade de Deus para com todos aqueles que acolhem e se abrem à Sua presença e à Sua passagem.
Continuando a ler a Carta aos Colossenses, S. Paulo fala-nos da universalidade da salvação de que ele é testemunho e também mensageiro. Por isso, ele sente esta profunda comunhão com Cristo que o leva a proclamar: completo na minha carne a dores de Cristo em prol da Igreja, dos Irmãos.
Na Sagrada Escritura, tanto no Antigo como no Novo Testamento, encontramos muitas vezes a mensagem dos dois caminhos, ou também, como sucede hoje, dos dois modelos: o serviço e a escuta; o trabalho e a adoração; a partilha e a contemplação. A resposta de Jesus diz-nos que tudo nasce da escuta da Palavra. Mas essa escuta deve ser depois colocada ao serviço de todos na comunhão fraterna.
Padre João Lourenço, OFM

11 de julho de 2016

Vai e faz o mesmo

Selecionador nacional deixou mensagem de fé após conquista inédita de Portugal



Lisboa, 11 jul 2016 (Ecclesia) – Fernando Santos, treinador da seleção portuguesa de futebol que este domingo se sagrou campeã da Europa, evocou a sua fé católica no discurso de agradecimento que leu em Paris.
"Em primeiro lugar e acima de tudo, quero agradecer a Deus Pai por este momento e tudo aquilo da minha vida", disse, numa declaração que, segundo confessou, tinha escrito semanas atrás.
A carta que Fernando Santos escreveu no seu quarto, agradecendo a Deus, foi lida antes das perguntas dos jornalistas, na conferência de imprensa após a final, num tom muito emocionado.
"Por último, mas em primeiro, quero ir falar com o meu maior amigo e sua mãe [Jesus Cristo e a Virgem Maria], dedicar-lhe esta conquista e agradecer por me ter convocado e agradecer por me ter concedido o dom da sabedoria, da perseverança e humildade para guiar esta equipa, com Ele a ter-me iluminado e guiado. Por tudo o que espero e desejo seja para glória de seu nome", declarou o selecionador português.
Portugal sagrou-se campeão da Europa de futebol, pela primeira vez na sua história, ao bater na final a anfitriã França por 1-0, após prolongamento, com golo de Éder, num encontro disputado na capital francesa.
O percurso de vida e de fé de Fernando tinha estado em destaque na emissão de domingo do Programa ECCLESIA, na Antena 1 da rádio pública.
No dia da final do Campeonato da Europa de Futebol, o programa recordou uma conversa em que o treinador desvenda também como começou a sua relação mais próxima com a fé e a Igreja Católica.
Não vale a pena projetar, porque só Deus sabe o que vai acontecer na nossa vida”, confessava.
A relação com “Cristo vivo” e a vivência dos seus valores marcaram o percurso de Fernando Santos no mundo do futebol profissional.
Sempre antes do jogo entrego a minha equipa, ofereço-a a ele, que nos dê a força, a concentração, que leve os meus jogadores a estarem motivados”, realça o selecionador nacional.
Já no sábado, o cardeal-patriarca de Lisboa, D. Manuel Clemente, disse à Agência ECCLESIA que esperava a vitória de Portugal na final do Euro 2016, para que fossem “coroados de êxito os esforços da equipa, do treinador e todos aqueles que colaboram na seleção in http://www.agencia.ecclesia.pt/noticias/nacional/euro-2016-uma-vitoria-portuguesa-com-olhar-para-o-ceu/.

9 de julho de 2016

15º Domingo do Tempo Comum

15º Domingo do Tempo Comum
(10/07/2016)


         Introdução à Liturgia:                
A liturgia deste domingo está marcada pelo tema da proximidade, deixando-nos um convite: ‘Vai e faz o mesmo’. Para que sejamos verdadeiros discípulos e seguidores de Jesus, impõe-se aprender d’Ele a viver a Lei no serviço e na caridade fraterna. Esta é a verdadeira sabedoria cristã que nos vem da Palavra de Deus.

            Introdução às Leituras 
A 1ª leitura, tomado do livro do Deuteronómio, diz-nos que a verdadeira Lei do Senhor deve morar no nosso coração. Não se encontra longe nem fora de nós. Habita nos nossos corações pela força da Palavra de Deus que encontra a sua expressão suprema no amor e misericórdia.
No Carta aos Colossenses, S. Paulo diz-nos que é a partir de Cristo que devemos pensar e organizar o nosso plano de vida e o nosso agir. Ele é a referência fundamental que sempre devemos ter presente nos momentos das nossas opções, já que é por Ele que tudo ganha sentido na nossa caminhada.
Qual é o mandamento maior, perguntaremos nós, muitas vezes, tal como o fez mestre da Lei de que nos fala o Evangelho de hoje. A resposta nunca será teórica, não consiste num discurso nem na recitação de um elenco de normativas. Pelo contrário, o mandamento maior é o do amor que consiste em criar proximidades e agir com misericórdia.
 Padre João Lourenço, OFM

4 de julho de 2016

14º Domingo do Tempo Comum

14º Domingo do Tempo Comum
(03.7.2016)


Introdução à Eucaristia:
Aceitar o desafio e o chamamento de Deus é algo que faz parte da nossa experiência de vida cristã. O crente não pode olhar o mundo à sua volta e manter-se inativo, alheio aos dramas da história e da sociedade que o envolve. Mas isso não basta; cada um de nós tem de deixar-se enviar, de aceitar o apelo e pôr-se a caminho, um caminho de missão e de testemunho.

Introdução às Leituras:
A primeira leitura é um hino de alegria e de esperança para Jerusalém que está a ser reconstruída após o regresso do exílio da Babilónia. Numa época ainda carregada de incertezas, o profeta Isaías exorta à confiança, para que o povo não esmoreça no seu empenho para refazer a sua vida e renovar a sua fidelidade a Deus.

Na Carta aos Gálatas, Paulo faz um confronto entre o judaísmo e a fé em Cristo. Esse confronto tem como marca distintiva a cruz de Cristo. Para ele, a cruz é o centro de todo o mistério da redenção, já que ela simboliza a plenitude da gratuidade com que Deus beneficiou todos os povos, podendo todos aceder ao dom do seu amor.

Um dos momentos marcantes dos Evangelho, em todos eles, é o envio dos discípulos. Ser discípulo é ser operário do Evangelho e não apenas seu ouvinte ou contemplativo da sua mensagem. ‘Ir’, é um dos verbos fortes que o Senhor usa na sua relação com aqueles que o seguem. Todos devemos aceitar, mesmo em medidas diferentes, este imperativo do anúncio da Boa-Nova.
Padre João Lourenço, OFM 

26 de junho de 2016

13º Domingo do Tempo Comum


13º Domingo do Tempo Comum
(26.6.2016)


Introdução à Eucaristia:
Por vezes, a nossa caminhada de fé é entendida e vivida numa certa passividade e estagnação. Neste domingo, a palavra de Deus convida-nos a uma dinâmica de vida, de seguimento. Como nos diz o Papa Francisco, ser igreja e ser discípulo de Jesus implica sempre estar numa atitude de partida, de saída ao encontro dos outros para os ganhar para Cristo.

Introdução às Leituras:
A Escritura apresenta-nos, em muitas situações, pessoas que são chamadas por Deus para nos mostrar como Ele precisa de nós para intervir na história e fazer com que esta tenha o selo do seu amor e da sua misericórdia. Elias é uma destas personagens que nos abre a este absoluto de Deus, deixando o seu testemunho àquele que há-de dar continuidade à sua missão: Eliseu.

Dando continuação à leitura da Carta aos Gálatas que vimos fazendo nos últimos domingos, Paulo diz-nos que o cumprimento da Lei como um absoluto vale pouco perante a gratuidade do mistério pascal de Cristo. Essa gratuidade é o fundamento da verdadeira liberdade que dá sentido à vida nova em Cristo.


No Evangelho, S. Lucas começa a narrar-nos a subida de Jesus em direção a Jerusalém, onde vai consumar a sua missão. Essa subida é também um chamamento para que os discípulos O sigam, sem condições nem exigências, numa verdadeira atitude de entrega e de fidelidade. 
Padre João Lourenço, OFM

24 de junho de 2016

Nascimento de S. João Baptista - Parabéns a Você!

Pelo Nascimento de S. João Baptista – 24 de julho de 2016
S. João Batista (Philippe de Champaigne), 1657. Óleo sobre tela (131 x 98 cm).
 Museu de Grenoble, França

S. João veio ao mundo
Na velhice de seus pais.
Que júbilo! Bem profundo!
Vem aí! Não temais!

Uma criança! Uma promessa!
Para vós que vos alegrais.
Mensageiros a toda a pressa,
Vem aí! Não temais!

O maior dos filhos de mulher.
O jovem, que vós amais!
A Voz que brada sem dizer,
Vem aí! Não temais!

Feitor de caminhos novos.
De veredas que endireitais.
Precursor de Vós! Oh! Povos!
Vem aí! Não temais!

Apontador do Homem Deus.
Seguidor dos que caminhais!
Cristãos, muçulmanos e judeus
Vem aí! Não temais!

Homem livre e firme
Mentor das leis penais.
A verdade que o confirme.
Vem aí! Não temais!

Cana abanada pelo vento
É vara que não confirmais.
Foi árvore no firmamento.
Vem aí! Não temais!

O mel doce do perdão
A justiça que não julgais.
A pena, a multa e a prisão:
Vem aí! Não temais!

Construtor da paz, sem medo
Entrou cedo nos prisionais.
Nas grades apontou o dedo.
Vem aí! Não temais!

A mulher do teu irmão,
O que não é vosso e cobiçais,
Não tenhais no coração.
Vem aí! Não temais!

Custou-lhe cara a façanha!
E partiu de entre os mortais.
Rolou a cabeça e a senha:
Vem aí! Não temais!

Ao profeta São João Baptista
Honras e glórias vós prestais.
Sempre presente nos arraiais
Vem aí! Não temais!

No silêncio do sofrimento
Nos tempos vindos e finais.
Não falte o acolhimento:
Vem aí! Não temais!

Ele estende a sua mão
A todos vós que bailais.
Em uníssona contrição:
Vem aí! Não temais!

E daqui, vou para fora
Não seja tarde demais.
Adeus! Vou embora:

Vem aí! Não temais!
Maria Francisca




 
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